jueves, 22 de agosto de 2013

Chismes

Estos son los chismes 3.0


No sé como serán los chismes 2.0, aqui la historia de un chisme normal (¿1.0?)

Chisme 1.0


Juana le tocó el timbre a Valeria, y escuchó el "ya voy". No había una sola nube, pero corría un viento helado de sur a norte que barría las hojas secas de la vereda. Habían quedado en encontrarse a tomar unos mates por teléfono, hacía no más de una hora. Por eso no entendió del todo el gesto de sorpresa, la sonrisa desmesurada y el fuerte abrazo que le dió su amiga.
Llevó un bizcochuelo, que Valeria calentó en el microondas y trajo con el mate.
Hablaron apenas unas palabras triviales, y cuando agarró la primera porción de bizcochuelo se le hundieron los dedos, porque estaba blandito y caliente. Antes de llegar a morderlo se llenó su mente con ese aroma dulce, de vainilla y manteca. Por un instante su mente estuvo en otro lado, en un lugar más feliz. Volvió en sí y Valeria le extendía un mate, que le venía genial para empujar tanta miga.
Ya cuando le extendía el mate se la veía a Valeria con los ojos brillosos, con ganas de contar algo, quizás por eso tanta efusividad en el saludo. No esperó un instante más para empezar:
- Te lo cuento porque es increíble: - dice sonriendo con cierta malicia, dando a entender que tiene una historia picante para contar. - Yo estoy sentada en el colectivo, en el asiento de atrás de todo, el de cinco, sobre la izquierda.
- ¿Yendo o viniendo?
- ¿Cómo yendo o viniendo?
- Claro: ¿mirando para qué lado? ¿adelante tenías un banco doble o uno de uno?
- Uno doble.
Juana hizo un levísimo gesto de sí con la cabeza, su mente ya estaba en aquel colectivo.
- Me siento, y a las dos o tres paradas se sube esta pareja, se sientan precisamente en el asiento doble delante mío.
- Claro.
- Viste que esos asientos de atrás de todo están un poco levantados del resto, es como que quedo a mayor altura, los miro de arriba por así decir.
Hace una pausa, dobla una servilletita que tenía entre las manos, de pura manía. Valeria le devuelve el mate, toma el cuchillo y levanta el plato con el bizcochuelo inclinándolo hacia ella y mirándola a los ojos, para ofrecerle una porción. Sonríe y hace un leve gesto afirmativo con la cabeza. Condimenta la historia con algunos detalles, porque tiene esa forma de contar historias, que a algunos les encanta y a otros los saca de quicio:
- El bondi horrible: de esos bastante viejos, que cuando te sentás atrás de todo el calor te quema el culo... Ya quedan pocos de esos. - No hace más pausas, pero lee la cara de la otra, a ver si la escucha y la entiende. Como le lee en la cara que no sabe a qué colectivos se refiere amplía la descripción: - De esos que tenían asientos de cuero negro con goma espuma, y no esos asientos de plástico con almohadon duro como ahora. - No hay caso, así que prosigue: - No importa, no me quiero ir por las ramas. Un colectivo era viejo y ruidoso, largaba olor a combustión, yo venía en otra así que no les daba mucha bola.
- ¿A quién no les das bola?
- A esa pareja que te dije que se subió.
- Claro ... - La otra estaba a punto de aburrirse, la historia no avanzaba.
- Durante veinte cuadras van agarrados de la mano, él que le acaricia la pierna, charlan, se dan unos besos con lengua y todo: normal. Nada que llame la atención. Bueno, entonces le suena el celular al pibe, digo pibe pero tendría treinta años... en un momento le suena el celular al pibe, atiende, y dice "hola amor" - Valeria pronuncia ese "hola amor" haciendo excesivo teatro, remarcando el tono de excesiva ternura que debe haber usado el muchacho. En ese momento vuelve a conseguir la atención de Juana. - Al pibe no se le mueve un pelo eh: que cómo andás, que te extraño, que pim que pam. - dice Valeria, haciendo como si su mano fuese un celular, con micrófono en el meñique y parlante en el pulgar. No ha tocado la porción que le sirvieron ni ha servido más mate.
- ¿Y la chica que viajaba con él?
- ¡Nada! Igual de sonriente, con una mano en la pierna de él. Él la miraba, ella lo miraba, lo más pancho. En un momento le dio un beso en el cuello la turra.
- Pero qué hija de puta.
- Qué hijos de puta los dos, pero esperá que falta lo peor: en un momento le dice estoy acá con Fulanita y le pasa el celular a la pendeja.
- ¡No! - Juana no era muy chismosa, le seguía un poco el juego a su amiga, la historia le interesaba hasta por ahí. La mayor parte de su mente se concentraba en esperar el momento justo para atacar la siguiente porción de bizcochuelo sin quedar como una desesperada. Sufría porque Valeria no tocaba su porción: no podía empezar su segunda tajada y que la otra no haya empezado su primera.
- ¡Sí! La pendeja de mierda era amiga de la novia, no sé si estarían yendo a encontrarse los tres y el guacho la estaba cagando mientras tanto o qué... Encima la muy turra la trataba todo el tiempo de amiga: "hola amiga", "te quiero amiga", "claro amiga" - parodiaba esas frases con una voz gangosa, buscando hacer quedar mal a su víctima.
- Pero qué hija de puta. - Nueva mirada a los ojos, y esta vez gesto de mate, que le sirven y le extienden.
- ¿Vos lo podés creer?
- De un tipo lo puedo llegar a esperar... pero ella una turra.
- Pero las mujeres también son muy turras eh.
- Sí, ¿sabés que tenés razón? Son más bichas... ¿Y?
- Nada, cortó y no dijeron nada, yo ahí ya estaba con la oreja parada a ver qué decía, pero siguieron abrazados y besándose y no hablaron del asunto.
- Qué traidora. - Dijo Juana, pero más para seguirle el juego que otra cosa. No estaba escandalizada ni mucho menos.
Ninguna de las dos sabe cómo seguir con el tema. Juana piensa que era una buena anécdota pero no para tanto, no para invitarla a tomar mate por eso. Es que está segura que Valeria la invitó a la casa porque quería contarle eso a alguien.
- ¿Y tus cosas? - dice después de unos segundos de silencio Valeria.
- Todo bien por suerte, ninguna novedad - contesta Juana que festeja internamente porque Valeria le da el primer mordisco al bizcochuelo. - ¿Vos?
- Bien, todo tranquilo. - Dice, y se encoge levemente de hombros.
Juana sabe que a partir de allí todo serán trivialidades. Valeria no piensa en nada en particular. A Juana le gustaría vivir alguna de esas historias, incluso aunque fuese la víctima, en vez de juntarse a chusmear sobre cosas que le pasan a los demás. En eso, piensa, es distinta a Valeria. Mejor que Valeria, piensa con algo de culpa.

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