martes, 28 de agosto de 2012

Igualismo


Tensión en el ambiente, hasta los que están acostumbrados a estar en un set de televisión, igualmente sienten un poco de nervios en el momento de salir al aire. Todo el mundo está esperando que eso suceda, que el programa se eche a andar, todas las luces apuntan al centro del estudio, tiene que haber una cierta sincronización. Debe ser como cuando se da un discurso, luego de que el momento inicial pasa, la cosa empieza a moverse sola, el problema está en el primer empujón.
Suena la cortina del programa, los reflectores se concentran en el centro del estudio, la cámara enfoca a la tribuna que es arengada por un productor del show a hacer bullicio, y luego se mueve al centro del estudio, a donde los reflectores apuntan. Y allí entra ella, fragante, muy pero muy sonriente. Un locutor que la presenta y ella que hace como que le agradece. Tan sonriente que no puede ser una sonrisa real, tiene que ser una forzada, falsa.
- Hola gente bella. ¡Qué programa tenemos hoy!
Todo el staff del programa debería pensar en ese momento que el programa que tienen hoy es la misma bosta de programa que tienen todos los días. Que la producción se reune a planearlo y que le sale rápido, que trabajan desganados y la primer idea que salga es la idea que se aprueba.
Pero en el momento en que el programa se está haciendo, y que se transmite ya que es en vivo, todos son presos de una especie de éxtasis en el cual no se detienen a pensar, simplemente ejecutan su tarea de manera sincronizada para que el programa salga al aire sin dificultades.
- Tenemos de invitado a Toti Rosemberg y Pipi Brandy, líderes del movimiento igualista. ¡Hola chicos!
Unos reflectores enfocan entonces el mismo lugar por donde entró la conductora, el público vuelve a estallar, nuevamente arengada por un productor del programa, y saltan unos papelitos violeta metalizado por el aire. Entonces entran ellos muy acaramelados y sonrientes, tan bonitos que son, y saludan a Cathy con una inmensa sonrisa en la cara, esa sonrisa idiota que ponemos todos cuando somos complacientes.
- ¡Hola chicos! - dice la conductora, casi a los gritos. Pareciera tener la necesidad de gritar y de sonreir. Está maquillada como una puerta. Está eufórica.
- ¿Cómo andás Cathy?
- Bien chicos, ¡gracias! ¿Cómo andan ustedes? ¿Cómo anda este movimiento igualista?
"Anda como el orto Cathy, el movimiento igualista es una excusa para vender cerveza, es hacerte el macho cuando estás con tus amigos y convertirte en un pelotudo cuando estás en frente de una mina. Es pura inconsistencia Cathy", pensó Toti, pero no lo dijo. "Bien Cathy", se limitó a decir.
De ahí en más se quedó callado, y hablaron las mujeres. Ella tiró un par de comentarios que un machista diría que eran feministas, pero el simplemente pensaba que eran pelotudos. Tras cada uno de esos comentarios Cathy sonreía y miraba a cámara, mientras el productor arengaba nuevamente a la tribuna (una tribuna casi completamente femenina) a que festeje el mal gusto.
No habrá durado más de cinco minutos la entrevista, y por alguna especie de efecto hipnótico no se le salió de la cara esa sonrisa idiota de la cara ni por un segundo.
- ¡Suerte con el Movimiento Igualista chicos! ¡Un aplauso de la tribuna! -dijo la conductora a modo de despedida.
"Andate a mierda Cathy", pensó Toti, pero no lo dijo.
           Todo un igualista.






domingo, 26 de agosto de 2012

¿Y qué te gusta?

    Me cruzan los millones de lectores de este blog para increparme: que no me gusta nada, que critico todo, que tengo estándares muy altos, que no hay poronga que me venga bien.
    En respuesta les dejo una publicidad que me gusta mucho...


    


jueves, 23 de agosto de 2012

Colgate



Lo llevaron a la comisaría de ese perdido pasaje rutero, en donde los policías no estaban acostumbrados a que pasara nada interesante. El calor del mediodía hacía que al mirar al ras del asfalto la visión se deforme, como si estuviese prendido fuego. Como si fuera el infierno aquel pueblito.
Todos los policías parecían hermanos: no podría decirse que fuesen iguales, pero eran todos morochones, con la piel curtida del sol - de largas jornadas al sol agobiante - y barba mal recortada. Ninguno pasaba el metro sesenta y cinco, ninguno podía disimular el olor a chivo: ninguno suponía que algo así fuera a pasar.
Lo llevaron a la comisaría - decía - escoltado entre tres sin que hubiese ninguna necesidad: el tipo estaba absolutamente desecho, parecía un alma en pena. Estaría pensando que una situación de un segundo le arruinó la vida para siempre.
Lo metieron en un cuarto de la comisaría, no podría especificar si servía como pequeña cárcel. Rejas no tenía. Era demasiado chica aquella comisaría para tener una celda. Lo dejaron allí esperando por lo menos hora y media, mientras terminaban de auxiliar al resto de los pasajeros del micro: entre heridos y shockeados eran como veinte, y además estaba el juez de paz con los occisos y también había que darle una mano y en total eran seis policías.
Después de hacerlo esperar, lo llevaron al cuarto del comisario donde uno de los policías tipeaba mientras otro comenzó a preguntarle:
- ¿Nombre y apellido?
- Abel Moretti
- ¿Documento?
- 228934123
- ¿El arma encontrada en el piso del autobús Chevallier con destino a Carcarañá que circulaba por la ruta provincial veintiuno era de su propiedad?
- Si
- ¿Y posee permiso para portarla?
- Tenía, pero lo vi en mi billetera, la que se quedaron ustedes, y llevaba unos meses vencidos.
La cara del policía en ese momento intentaba expresar exactamente esto: no solo me cagas el día, y tal vez la semana, yo que tan tranquilo estaba, sino que encima me venís con que te retengo la billetera y tenés la portación vencida, te haría mierda en este preciso momento.
Si le hubiesen preguntado a sus conocidos, todos hubieran dicho que el sargento Alberto Zapata era un tipo poco expresivo, más bien huraño y poco sentimental. Sin embargo, Abel Moretti, con esa simple mirada, le bastó para entender todo lo que el interrogador quiso transmitir. Esto lo sé yo, que se los narro, pero ellos no lo supieron, no tenían forma de saberlo.
- ¿Podría describirme lo que sucedió?
- Sí, yo me encontraba durmiendo y sin que pase nada me despierto. En realidad me estoy terminando de despertar, y sin saber qué sucede del todo sale un grupo de personas de la nada: desde atrás, desde adelante y los costados, uno incluso estaba escondido en el portaequipajes superior. Antes de poder entender qué era lo que estaba sucediendo, la líder, que vestía guardapolvo, saca un objeto negro que después identifico como un micrófono, pero que en la prontitud y confusión de los hechos no puedo llegar a identificar, y me lo acerca a toda velocidad. Asustado por este hecho, saco la pistola y empiezo a disparar.
El que tipeaba, mientras lo hacía, hacía gestos que mezclaban la comprensión con el horror.
- Bueno... por el momento va a tener que esperar acá - le comunicó el sargento Zapata.
Entonces Abel volvió solito al otro cuarto.
No lograba pensar en nada específico, lo único que podía hacer era repasar el hecho una y otra vez en su mente. Qué impulsivo, qué idiota que había sido. "Todo me sale mal" pensó.
Como a las dos horas llegó el juez de paz.
- ¿Lo hizo declarar Zapata?
- Sí señor juez.
- ¿Confesó?
- Sí señor juez.
- Listo. A la horca.
Abel bien podría haber tenido un infarto en ese momento, pero en realidad no llegó a entender del todo si con horca realmente se estaban refiriendo a lo que él pensaba que era una horca. No le entraba en la cabeza., no le parecía una opción real.
Sin embargo lo llevaron en ese momento al patio trasero de la comisaría: un descampado húmedo y desolado, en donde ahora, que caía la noche, había una cantidad de mosquitos sorprendente.
- ¿Cómo a la horca? - llegó a preguntar - Esto es ilegal.
- Mirá chango, acá las cosas se manejan así, estás muy lejos de Buenos Aires, yo no sé que te pensás, pero mataste a seis personas hoy.
- Pero esto no se hace así. No vi un abogado siquiera. Ni un cura.
- No hablés más, ya está.
Mientras charlaban lo subieron a un banquito y le pasaron la horca por el cuello. Le ataron las manos a sus espaldas, cuando el banco cayera sería el fin. Pero no patearon el banco, solo se alejaron.
Quedaron en silencio mirándose unos a otros. Se escuchaban los zumbidos de los insectos y el canto de los grillos. El sol había caído del todo.
- ¿Y chango? Colgate.



martes, 21 de agosto de 2012

Me quiero pegar a mí


Se descubrió de pronto totalmente vacía.
Estaba en el living de su casa, consumiendo una de las muchas horas de televisión que solía mirar por día. Mirándola sin mirar, sin importar cuál imagen se proyectase en ese momento, viviendo en piloto automático, pensó, sin que nada evidente hubiese provocado aquel pensamiento.
- ¿Qué carajo estoy haciendo? - Dijo, porque se dio cuenta que lo que estaba haciendo todo el tiempo era vivir una vida, su vida. Y se amargó mucho de estar en la situación en la que estaba.
Sobre la parte inferior de la mesita ratona se apilaban kilos y kilos y kilos de autoayuda. Pensó en la palabra autoayuda, pensó en cuál era la necesidad de libros escritos por terceros categorizados como autoayuda. Pensó que deberían llamarse libros de ayuda, e incluso así seguirían siendo una terrible estafa.
Pensó que la palabra kilos estaba muy bien, que eran una mercancía.
Todos, básicamente, decían lo mismo: no hagás ningún plan, concentrate en ser feliz ahora, en hacer lo que te haga feliz ahora, y entonces habrás conseguido el primer paso para ser realmente feliz. ¡Pero qué mentira! ¡Pero qué mierda!
En ese momento, en la soledad de ese living oscuro, con los destellos de la televisión impactando contra su cara dibujada con un rictus amargo, toda esa mierda de la autoayuda le revolvió el estómago.
Todos esos pensamientos la hicieron remontarse a su adolescencia, un par de décadas atrás, a todos esos caprichos adolescentes que la distanciaron de su familia, que la hicieron casarse con ese forro del que después se había divorciado a los tres años, no sin antes quedar embarazada.
¿A dónde había llegado viviendo el momento, haciendo las cosas que la hacían feliz de inmediato? Había llegado al fondo de un pozo, exactamente al fondo de un pozo.
No podía decir que no hubiesen pasado algunas lindas cosas, pero había llegado al fondo de un pozo.
Empezó a caminar de un lado para el otro, recorriendo todos los rincones del cuarto, mirando todas las fotos que fue juntando: en las paredes, sobre los muebles. Fotos de ella con algunas amigas, incluso con algunas con las que se había distanciado, y fotos con el nene. Sobre todo fotos con el nene en sus cumpleaños. Le hubiese gustado cruzarse sobre aquellos muebles con alguna foto familiar, pero no había dejado ninguna, no había nadie con quien no se hubiera peleado.
- ¿Acaso hacer siempre lo que uno quiere aleja a las personas? - se preguntó.
- Pero claro, eso se llama egoísmo - se contestó, en la oscuridad de la tarde.
Pensó que si fuese hombre pensaría que ese era un buen momento para un trago, pero que ella no tomaba. Le hubiera gustado tomarse un trago, le hubiese gustado que un sorbo de bebida blanca la reconfortase de alguna manera, pero eso no iba a suceder. Esa breve distracción que la había despejado por un segundo, que parecía haberle quitado su amargura, hizo que esta volviera con más fuerza. Su garganta se hizo un nudo amargo y sus ojos se humedecieron.
Caminó hasta la cama y deseó dormirse. El silencio de la tarde era absoluto. No iba a poder dormir de ninguna manera. Sintió ganas de gritar, y gritó, gritó con todas sus fuerzas. Gritó hasta que no tuvo voz, hasta que los gritos se volvieron un llanto atragantado de flema.
Cuando no pudo gritar más simplemente calló.
Volvió, de la nada, como un chispazo aleatorio, a tener una revelación: tanta autoayuda diciendo qué es lo hay que hacer, que lo mejor es hacer lo que te hace feliz ya mismo, sin pensar en el después.
Nunca leyó, en ninguno de esos libros basura, qué hacer cuando estás en el fondo del pozo y no hay forma de trepar por las paredes. Qué hacer cuando en el presente no hay nada que vaya a hacerte feliz.
¡Qué gran cagada!, pensó.
Y de la nada, se le dibujó una sonrisa.




jueves, 16 de agosto de 2012

Oh la la Dannette


Una de las pocas cosas que las películas que retratan bastante bien, donde no crean falsas imágenes son las reuniones de las cúpulas militares. Quizás Dr. Strangelove exagere un poco con esas salas de convenciones gigantes, con un mapamundi exagerado que hace pensar que están decidiendo cómo hacerlo explotar. Pero sí se sientan en círculo un montón de personas que se creen muy importantes y tienen grandes egos y un montón de insignias en sus uniformes. Discuten guiándose muchas veces para escalar y cumplir sus inconfesables deseos o ambiciones personales.
Hay veces que se juntan para tratar muchos temas, en donde algunos son muy importantes y otros menores en comparación. Cuando pasa eso, da horror ver cómo deciden a las apuradas, poniéndose todos de acuerdo en tomar decisiones terribles pero rápidas con tal de que los temas que verdaderamente les interesan se pongan sobre la mesa y puedan  comenzar las disputas de peso.
Creo que lo mejor es ilustrar con un ejemplo que sucedió hace solo unos días: en aquella reunión, en la cual se había invitado a la plana mayor del ejército alemán para discutir, por supuesto que off the record, políticas conjuntas en temas que no viene al caso andar esclareciendo en este momento, se trató el tema de un agente francés, al servicio de las fuerzas secretas alemanas, que fue encontrado en Las Vegas de juerga con fondos conseguidos de manera ilícita. Esa gente es jodida de borrar del mapa, fueron entrenados para no ser agarrados. En este caso las películas se equivocan: uno ve por ejemplo la saga de Bourne, y se cree que al tipo lo andan buscando y mientras van prendiendo fuego todo a su paso. Por supuesto que la búsqueda de ex agentes que se salieron de la ruta del bien es mucho más sigilosa, no se puede ser tan escandaloso, no se pueden andar haciendo explotar departamentos ni corriendo carreras de autos a contramano por túneles que conducen al centro de la ciudad, eso es todo mentira.
Bueno, el tipo con la guita que había conseguido transando con los enemigos de occidente se fue al corazón de la perdición y la pecaminosidad occidental a despilfarrarla en juego y putas. En la discusión, grandes generales y comandantes de las mayores potencias se pusieron de acuerdo en no menos de quince segundos de que había que darle una condena ejemplar: matar siempre es demasiado fácil, lo que se busca es un castigo más cínico -la gente que acumula cierta cantidad de poder es cínica por naturaleza, no podrían sobrevivir de otra manera-, para que aquellos que están por descarriarse lo piensen dos veces. Decidieron lavarle la mente y ponerlo a hacer el ridículo por la televisión, de esa manera los demás agentes podrían conocer fácilmente el destino que le había tocado en suerte a su corrupto camarada. Se los juro, no tardaron ni medio minuto en decidir la suerte de aquel tipo.

Seguí el caso, sabía que no era la primera vez que hacían algo así: hay varios famosos televisivos que son en realidad ex agentes con el cerebro lavado que están ahí dando pena sin acordarse de nada, solo para cumplir la tarea de dar el ejemplo: no te rebeles como hice yo, porque vas a terminar como yo.
Los grandes mandos no se ponen a pensar cual será el destino particular de cada uno de los condenados a estos irónicos métodos. No conozco por mi rango quién es el que se encarga de pensar y orquestar estos ejemplares escarmientos. Pero como vi la foto del tipo me puse a rastrearlo, para ver si encontraba qué clase de ridículo estaba haciendo.
Pobrecito: lo prendieron fuego en medio planeta, lo mandaron a hacer el ridículo vestido de chef en un montón de países. Ahora los chicos cuando se lo cruzan por la calle le dicen a sus papás por lo bajo: "mirá, ahí va el gordito de Dannette".
Y él a lo mejor hasta se siente orgulloso de todo aquello, ya que tiene el cerebro lavado y no se acuerda de su pasado. No sé si esto convierte en más o menos cruel al castigo.

E-mail enviado por el teniente John Charles Jones a sus amigos en Misouri - Documento 3532234/93248 Wikileaks



martes, 14 de agosto de 2012

Es un ángel


Me voy amor.
Te pido perdón pero tengo que escribirte esta carta para aclararte todo. Quizás sea cobarde, no te culpo si sentís eso, pero siento que no podría decirte en persona todo lo que tengo para decirte, la conversación se iría por las ramas, se volvería una pelea sin sentido. Es mejor que sea así, por carta.
Si hablamos pelearíamos. Y tengo la decisión tomada amor. Estoy cansado, muy cansado de todo. Siento que mi vida es una farsa, que es todo una comedia en la cual las demás personas viven una vida y yo actúo haciendo como que viviera una vida parecida, pero en realidad crecen en mí unas ganas irrefrenables de mandar todo a la mierda. Como estoy haciendo ahora.
Esto es algo que está creciendo en mí desde hace mucho tiempo, no te creas que es una decisión apresurada, un impulso, llevo años metido en esa oficina jugando el juego de las intrigas pelotudas, los complots sin sentido, los cuchicheos por las espaldas. Las sonrisas falsas. La falsa diversión. La cerveza sin alcohol. Los cursitos de liderazgo que son una pantalla de mezquindad, porque todos viven planeando cómo serrucharse el piso.
La falsedad de las amistades de oficina. ¿Sabés lo que es vivir todos los días con eso? A Ramirez y a Basualdo les metería dos balazos, dos a cada uno. Me río de vez en cuando con ellos, pero no los soporto, no son como yo. Yo quiero otra vida para mí. Conformarme con Ramirez y Basualdo es morirme cada día un poco más.
No es que no te quiera amor, entendeme. Yo te quiero, pero nuestra relación me enferma de a poco, también me está matando seguir así con vos. Vivo para ese laburo, vos lo sabés, y es un laburo que no soporto. Y por cómo se plantearon las cosas desde el principio en nuestro noviazgo está claro que yo voy a ser el que traiga la plata a casa y vos la que vivas internada chusmeando en esa peluquería de mierda a la que vas tres veces por semana. Sos una mina buena, pero en esa peluquería vivís presumiendo, como viven presumiendo todas las minas que van ahí. Y en el barrio hacés lo mismo. O por lo menos lo hacés cuando estoy yo con vos, así que supongo que lo harás cuando yo no estoy también. Y para seguir con la mecánica de nuestra relación en la cual yo proveo, voy a tener que seguir laburando. Y para mantener el tren de vida que llevamos, voy a tener que seguir en ese laburo porque en otro no me van a pagar lo que ahí me pagan. Pero a mi ya no me interesa esa guita si me voy a morir. Ahí adentro me voy a morir.
Y sos una buena mina, te lo repito, pero la vida diaria te está volviendo un poco patética. Sentarse a que el peinado se te enrulezca mientras hablás de qué buena que es tu vida, cuando lo único que hacés con ella es esperar que el pelo te quede lindo, es tirar la vida a la basura amor. Yo no quiero eso. Vos por ahí querés eso y no te juzgo, te juro que no te juzgo, solo que yo así no puedo vivir más.
Te escribo esta carta en vez de desaparecer simplemente para intentar de hacerte entender los porqués, y además para que no te asustes, para que no me anden buscando con la policía o algo así.
Me voy, no me busques.
Quedate tranquila que ya le mandé una carta a mis viejos, así no tenés que ser vos la que les explique. Iba a mandar una carta al trabajo pero la única carta que me hubiese salido es una carta bomba, no quiero tener nada más que ver con esa gente.
Espero que sepas entender. Quiero que sepas que te quise mucho, que de mi vieja vida fuiste lo mejor. Espero que te enojes, pero que después me entiendas, que puedas seguir adelante. No tengo la menor idea de si todo esto te parecerá lógico, si te lo veías venir o si te toma por sorpresa.
Supongo que me tendré que quedar con la duda. Yo estoy contento de poder hacer esto.
Un beso.
Carlos.







domingo, 12 de agosto de 2012

Lo normal es sentirse bien


Las amigas hablaban mientras tomaban mate, como siempre hacían.
Una mesa chiquita de madera gastada, un mate de metal muy azucarado. Las carteritas de las dos sobre la mesa. La casa humilde. Una tele chiquita prendida porque sí. Siempre prendida.
Pero hoy una sola hablaba, a la otra le tocaba escuchar las penurias de su amiga. Apenas asentía con la cabeza mientras la escuchaba.

"La verdad que me siento como la reverenda mierda. Después de quince años de dejar la vida ahí, de romperme el orto como una pelotuda por ellos me dicen que no va más, que van a prescindir de mis servicios.
Lo peor de todo es que ninguno de mis jefes directos vino a decírmelo en la cara. Mandaron a un forrito, que es el forrito que deben tener para echar a la gente, un especialista en hacerte sentir bien en momentos como esos. La verdad no me hizo sentir bien ni contenida ni esperanzada ni un carajo.
Estoy en la vía, estoy bien jodida. No sé qué va a pasar.
Me confié, fui muy ingenua, en estos años no me capacité y la verdad es que en el trabajo no me capacitaron tampoco. Yo ya te conté todo esto. Me usaron para una tarea que ahora que me despidieron no va a servir para nada. No tengo idea de a dónde voy a ir.
Encima estoy sola con los chicos, el hijo de puta de mi ex no se hace cargo. Y no te pienses que ahora que estoy sin laburo va a dar una mano. Si no lo hizo nunca no puedo pensar que lo va a hacer ahora.
Yo tendría que haberlo visto venir: ya no soy joven, no tengo la misma agilidad de antes, y me van a dar unos mangos de indemnización, pero me los voy a tener que ir comiendo muy de a poco. No tengo ningún contacto, pasé como mínimo diez horas por día adentro de la fábrica. Por Dios, que voy a hacer me querés decir.
Ya no soy más joven, hace años que no estudio nada, y tampoco es que tenga demasiados estudios. Estoy venida abajo. Me siento mal, me siento muy mal, estoy desesperada.
No sé como decírselo a los nenes, no sé como voy a hacer para mantenerlos. Vos sabés que yo por ellos doy todo, pero no sé para qué lado salir disparando. No sé usar una computadora.
Recién estoy terminando de superar el tema del divorcio, de que el hijo de puta este no me pase un mango y que encima no le interese, que esté borrado. En el preciso momento en que las cosas empezaban a ir un poco mejor, en que parecía que estaba logrando levantarme - y tampoco tanto, pero por lo menos había dejado de ser todo un quilombo en mi vida - se pudre todo definitivamente con esto.
¿Cómo hago para seguir? Es una bomba, me quiero morir. Es una bomba.
Me tienen que estar jodiendo. Los del laburo saben que mi rendimiento bajó por todos los quilombos familiares que estuve teniendo. Pero ni me dejaron hablar, la decisión ya estaba tomada y no había vuelta atrás. Los abogados que fui a ver me dijeron que mucho no puede hacerse, que con la indemnización que me van a dar están cubiertos. Pero no es tanta guita. Son inhumanos. Son unos flor de hijos de puta.
Aunque yo lo sabía perfectamente, siempre fueron así. No soy la primera que rajan a la mierda, así que tampoco sé muy bien de qué me sorprendo.
Estoy mal, me siento mal. "

En la tele Georgina Barbarosa decía que lo normal es sentirse bien. Si la hubiera tenido enfrente en ese momento le destruía la cara de tantas piñas que le metía.
Alcanzó solo a apagar el aparato con el control remoto y enjugar una lágrima.


sábado, 11 de agosto de 2012

Norbert Degoas

Un genio de la publicidad...


¡Meté!


En la mansión, entre todas las habitaciones oscuras, una no estaba oscura del todo. Una pantalla iluminaba muy levemente la habitación, y su cara. Él tipeaba pensativo, pero sin descanso:
"Un plan pensado y ejecutado desde la maquinaria estatal, esto era lo más terrible. Se usaban recursos e instalaciones del estado, aunque no podría especificar si los ministros o el presidente estaban al tanto de estos procedimientos.
Yo en aquella etapa, como en muchas otras de mi vida, no estaba pasando por un buen momento, estaba pasando por un momento en el que me quería poco. En ese momento me ofrecían algo y yo lo aceptaba sin poner demasiados reparos, puramente por la plata. Vivía una vida de vicios y excesos.
Lo que se vio al aire fue una pequeña parte muy pequeña del video total. Si veo lo que le mostraron a la gente por la tele, hasta puede llegar a parecer simpático, y en aquel momento debe haberlo sido. Pero mientras la gente veía eso por la televisión, había pibes, pibes muy chicos, que la estaban pasando muy mal. Que estaban privados de su libertad de alguna manera.
Son esta generación de ganadores, de supuestos ganadores que levantan las medallas y cantan nuestro himno, pero que nadie sabe - creo que ni siquiera ellos - que tienen lavado el cerebro.
Realmente no tengo idea quién estará detrás de todo esto. El gobierno cambió, la empresa que pasaba el video por la tele no existe más. La empresa quebró poco después, debe haber sido una pantalla para que yo grabe este video únicamente. Después de eso la vendieron muy pronto. Los atletas promesa de aquel entonces, los pibitos secuestrados, están ahí cantando el himno y ganando las medallas.
Me atrevo a denunciarlo porque soy una figura pública. En mi vida ha pasado realmente de todo, a mí no me sorprende nada, pero siempre, en el fondo, siempre busqué lo mejor para mi pueblo. Hoy estoy lúcido, me quiero, y es por eso que me siento fuerte para hacer esta denuncia.
Fui llevado a instalaciones subterráneas, cerca de lo que era el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. Allí los chicos realizaban su entrenamiento, eran reclutados en todos los puntos del país y se los convencía a ellos, a sus padres, y a todos los que estábamos en contacto, que eran una promesa. Pero en paralelo, y somos muy pocos los que llegamos a saberlo, eran drogados mientras dormían y eran arrastrados a salas de proyección terroríficas, donde se pasaba el video en el que yo estaba arengándolos, obligándolos a que sean ganadores. La publicidad era una farsa, un engaño del cuál también me hicieron parte a mí.
Mucho tiempo viví con esta mochila. Algún don me ha sido dado que me ha permitido permanentemente levantarme después de cada caída. Hoy estoy muy fuerte, siento que puedo contra esto, contra quien sea que esté detrás de todo esto. "

En ese momento un estremecimiento, un sudor frío corrió por la cabeza de Diego Maradona. Un flechazo cruzó por su cerebro, tan pero tan fugazmente que podría no haberlo hecho.
Ese flechazo era un recuerdo, ahora podía asegurarlo, era un recuerdo. Diego era muy pero muy chico. Su situación económica era penosa. Cómo habían cambiado las cosas desde entonces. Podría escribirse tanto de todo lo que había pasado en el medio. Pero esto nadie lo sabía, ni siquiera él lo recordaba, hasta ahora.
Él, de muy chico, fue arrastrado igual que los pobres pibes que ahora están reflejándose en la pantalla, levantando esas medallas, llorando, cantando el himno. Ahora estaba todo tan claro. Un recuerdo trajo otros y de pronto fue un maremoto, un despertar. Él fue el primero, él: fue un primer test de que esas prácticas podían llevar a algún lado, a algún resultado.
La furia que sintió en ese momento casi lo desmorona. De pronto se explicaba tantas cosas, de pronto todo era más claro.
Únicamente no podía recordar quién era el responsable de todo aquello, no podía sacar de las sombras de sus recuerdos algún responsable. Un nombre y un apellido a quién culpar.
Le habían robado su vida, ahora tendría que recuperarla.



miércoles, 8 de agosto de 2012

¡Qué pelazo!


Las amigas, abonadas de la pileta, reposaban en reposeras, que para eso están, y así pasaban la vida. O por lo menos el verano ese.
- Ahí viene de nuevo - dijo una.
- ¿Quién? - dijo la otra, que tenía los ojos cerrados de cara al sol. Tuvo que hacer un esfuerzo con la vista para poder enfocar.
- Klosterboer, boluda.
- Ah, bueno... ¿Y? Si ya sabés que viene.
- Y que no me la banco, siempre con esa sonrisita.
- Jaja, bueno, no te hagás drama. Dejala vivir pobrecita.
- ¿Es una mina medio rara no?
- ¿Por?
- No sé bien qué decirte. La mina entra con el pelito tapado - la palabra pelito acompañada de un gesto formado por ambas manos alisándose el pelo, con cara de persona que mordió una semilla de limón, claramente peyorativo - y ni bien se lo destapa se empieza a poner mil productos en el pelo, que la verdad que lo tiene lindo. Pero es como si se los pusiera con miedo los productos. Como buscando que el pelo esté el menor tiempo posible expuesto al sol.
- Y bueno, ese pelo hay que cuidarlo. Lo tiene re bien. La mina vive de eso.
- Sí, está bien, ponete todos los productos que tengás ganas, pero tampoco porque esté cinco segundos, diez segundos más al sol te lo va achicharrar. No jodamos.
- Está bien, por ahí la mina piensa que sí se le va a achicharrar.
- Y por eso te digo que es medio boluda. Si tanto te quema el sol no vengás a la pileta; de una. Yo no veo que en la piel se ponga nada, si tanto le quema el pelo, el mismo sol le va a sacar ampollas si no se pone nada.
- ¿Viste que jamás se mete en la pileta?
- Viene un rato a tomar sol nada más, para estar bronceadita seguro.
- Sí, pero para eso que tome sol en la terraza de la casa.
- Jaja, por ahí no tiene terraza. Además vos tampoco te metés tanto que digamos en el agua, no te hagas la no sé qué.
- Aparte lo tiene hermoso el pelo.
- Sí, un pelazo.

Mientras tanto en el bar de la pileta el barman charlaba con el bañero. No se llevaban del todo bien. El barman era nuevo en la pileta. Pero como eran los dos varones de más o menos la misma edad, y en la pileta era un público distinto, que a ellos los dejaba un poco afuera, entonces charlaban.
- Vienen todas las famosas a esta pileta.
- ¿Ah sí?
- Si, ya vas a ir viendo. Tenés a medio elenco de la novela de la tarde. La Cardone, la Marziotta, la Gata Varela, la Kloosterboer.
- ¿Así con dos "o"?
- Sí, sí, la Klo-os-ter-bo-er.
- A la mierda.
- ¿Y qué tal?
- Y... medio fifí viste. Todo el tiempo cuidándose el pelito, poniéndose cremita, debe ser medio asquerosa la verdad. Me quedo con la Gata Varela - dijo el bañero, mirando al infinito e imaginando vaya uno a saber qué.
- Sí, pero qué pelazo.
- Qué pelazo de boluda, jate e jodé... y vos también medio huevon eh...



lunes, 6 de agosto de 2012

Acueducto


Bueno, en la escena final Marrale, que venía perseguido por los terroristas, llega al fondo del túnel. Y está como enrejado el final del túnel y entonces lo tienen acorralado. Lo van a hacer cajeta, lo apuntan con unas uzis que si llegan a apretar el gatillo tenemos carne picada de Marrale para hacer empanadas por dos meses, porque viste que con esas pistolitas te tiran una ráfaga que no te quedan ni los pedacitos para poder armarte de nuevo.. Y ahí es cuando la cagan para mí, porque empiezan a demorarla.
¿Viste que los malos de las películas siempre la demoran en vez de hacer lo que tienen que hacer? Es un bajón eso, es como cuando espían atrás de las puertas en las telenovelas. Es la única forma que tienen los guionistas de que los personajes se enteren de las cosas: escuchar detrás de la puerta cómo los otros gritan burdamente lo que tendrían que callarse. Bueno, acá lo mismo: los malos en vez de disparar y chau Marrale no, que "fuiste Marrale", que "preparate", "pedí tu último deseo", "te vamos a hacer cagar pa' dentro". Y bueno, tanto la demoran que entonces aparece Mercedes Morán, que para Marrale estaba en el caribe tostándose las nalgas con Darío Grandinetti, y le mete un palazo en la mano a cada uno de los terroristas antes de que disparen un solo tiro.
Y ahí pienso que en cuanto haya un terrorista medio vivo estamos todos cagados, porque según las películas siempre están a punto de salirse con la suya y no tienen una mierda en la cabeza. Ninguno. Si tuvieran algo en la cabeza entonces mientras Mercedes Morán le está sacando el arma de la mano a uno el otro agarra y le mete ochocientos quince balazos a Marrale, a ella y a todos.
Bueno, capturan a los terroristas, los atan de las manos y están saliendo del acueducto cuando se escucha la voz de Grandinetti a través de un altoparlante diciéndoles que alpiste, que ahora sí que cagaron. Se lo ve a él en las sombras, en el centro de mando del acueducto, que aprieta una palanca que hace que les vaya toda el agua y ese es el momento donde se supone que uno tendría que decir que ahora sí están bien jodidos. Pero con lo que acaba de ver la escena anterior, uno ya se da cuenta que va a ser una resolución pedorra el final de la película y piensa para qué la habrán alargado con este último intento pedorro de Grandinetti.
Cuando el agua está a dos codos de llegar y hacerlos cagar aparece Aguada, que supuestamente estaba muerto. Pero claro, siempre hacen la misma, nada más estaba herido; y arrastrándose de dolor por el tiro que le pegaron hace dos escenas, y con sangre en la boca, llega a meterle un balazo por la espalda a Grandinetti y a bajar la palanca. Esto hace que la fuerza del agua disminuya.
Morán y Marrale se agarran de un caño y el agua se lleva al carajo a los terroristas que tenían maniatados. Y ahí una de dos: o se murieron ahogados o sobrevivieron vaya a saber uno cómo carajo, y entonces ahí se viene la dos.
Se salvan, todos felices, Marrale se la empoma a Mercedes Morán y Aguada encuentra la redención que estaba buscando.
Te la cuento sin problemas porque no te la recomiendo ni en pedo. Y no, no es como vos decís. No es porque estoy en contra del cine nacional. La verdad que si los yanquis se mandan esta misma película a mi me va a parecer igual de bosta. Aunque tengo que admitir que me va a parecer más simpática si en vez de Marrale me ponen un Steven Seagal, pero igual va a ser una bosta, de eso quedate seguro.
Aparte los efectos super pedorros, los yanquis te hacen mejor estas cosas, tienen el oficio.
Espero que los terroristas no hayan sobrevivido. Bah, me da lo mismo, porque la dos no la voy a ver ni en pedo.