lunes, 23 de julio de 2012

Obse


Hacía algunas horas la había dejado la familia en la clínica. Ya lo habían hablado con ella, pero a último momento empezó a resistirse, a decir que ella estaba bien. Sin embargo, los familiares volvieron a reunirse y decidieron que así no se podía seguir, que por más que les doliese tenían que aceptar que era necesaria ayuda profesional.
Entró bastante alterada, le tuvieron que inyectar calmantes de prepo, se retorcía cada vez menos mientras la droga hacía efecto, una situación penosa. El esposo y los padres la veían dormir, toda dopada y ya con el delantalcito y se les hacía un nudo en la garganta. La madre dejó caer unas lágrimas, se tapaba la boca y la nariz con las dos manos, mientras pensaba en que iba a tener que hacerse cargo de sus nietos.

A las tres o cuatro horas despertó, abombada, mareada, desorientada.

Le avisaron al doctor, que tardó unos minutos en llegar, en entrar en la habitación...
- Yo sé porqué estoy acá.
- ¿Ah sí?
- Sí, estoy acá porque todos creen que estoy loca, pero no...
- Cuénteme: ¿qué hace que los demás crean que está loca?
Ella pensó que el doctor estaba siendo demasiado agresivo, se sintió intimidada.
- Mire doctor, yo estoy seguro que le habrán contado cosas que parecen increíbles. Pero son verdad, tiene que creerme, tengo mucho miedo.

El pedido de ayuda enterneció al doctor. La habitación era blanca, aunque le hacía falta un poco de mantenimiento, ya que algunas paredes tenían signos de no haber sido pintadas por largos años. Ella estaba en la cama acostada, atada de un pie. Tenía ganas de empezar a llorar pero no le salía, no tenía fuerzas, no llegaba a entender del todo la realidad que la rodeaba.
El doctor se fue acercando muy despacio, y puso cara de bueno. En los doctores la cara de bueno nunca es una cara de bueno inocente, sino más bien una cara de bueno paternal, protectora. El tipo era un flaco pelado de casi sesenta años, con orejas puntiagudas y bastantes arrugas, quizás sobresaltadas por su delantal blanco intachable.

- No tenga miedo, comience desde el principio. ¿Qué es lo que le está pasando?
- Empezó hace no mucho tiempo, no sé qué le habrán dicho, pero yo soy una simple ama de casa... Una mujer común y corriente que lo único que quiere es tener una existencia tranquila. Poder dejar las cosas limpias, aunque haga falta un poco de esfuerzo para lograrlo. Entonces, un día cualquiera, un día común y corriente, mientras estaba limpiando la cocina apareció Ella, para marcarme mis errores. - A medida que iba hablando la mujer agitaba cada vez más rápidamente las manos. Encogía los hombros repetidamente, queriendo expresar que ella no tenía la culpa de lo que pasaba.
- Momento, momento... Shhh, calma, no pasa nada... ¿Quién es ella exactamente?
- Ella, en realidad soy yo, o es alguien que se parece mucho a mí. Pero es como una sombra doctor, como una aparición, un fantasma. Es un poco transparente, y está en blanco y negro, allí, marcándome siempre lo que no limpio bien. - La mujer ya no pudo contener las lágrimas, los quejidos. Lloraba desahogándose, preguntándose por qué, por qué.
- Cálmese, tranquila, aquí está a salvo. Cuénteme cómo reaccionó usted cuando la vió por primera vez, qué fue lo que sintió.
- Casi me da un ataque doctor. Un susto terrible, un susto de muerte. En realidad pensé que estaba soñando, y tuve uno de esos sustos repentinos que te despiertan al verla. Como cuando soñás que te caes y un sacudón te saca del sueño. Pero al no despertar, tuve la clásica angustia que se siente al no poder salir de una pesadilla.
- Y la aparición esta, ¿cómo reaccionaba?
- Le puse un nombre, sabe... Obse.
- ¿Obse?
- Sí, porque es una obsesiva de mierda con la limpieza. No la soporto doctor, que se vaya... me está cagando la vida. Yo en un momento empecé a gastarla, a cargarla, empecé a sonreírle y hablarle con la voz impostada, contándole qué producto usaba, pidiéndole que la corte, que se vaya. "Desaparecé Obse", decía. "Desaparecé Obse". Pero no desapareció, me persigue, quiero que esto se termine. No se iba doctor, no se iba.
A esa altura la mujer estaba abrazada al doctor, llorando desconsoladamente.
- Tranquila, vuelvo en un minuto - le dijo.
- No doctor, quedesé, por favor - le respondió llorando. - ¡Quedesé!
- Ya vengo, tranquila, por favor.
- ¡No! ¡No!

A la salida el doctor encaró al enfermero:
- Hay que decirle a la familia que se va a tener que quedar un tiempo. Que en principio es un brote psicótico.
De fondo seguía escuchándose "Desaparecé Obseeee, desaparecé Obseeeee"...





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